Vuelvo, después de un tiempo sin escribir. Nunca les mentí, siempre les dije que la expresión escrita no es mi fuerte.
Reconocer nuestras debilidades (o defectos, o puntos flojos) hace que podamos trabajarlas. A veces, el ojo ajeno ayuda. Es muy fácil hablar de los demás, más que de nosotros mismos.
Cuántas veces un amigo, una pareja o una mamá nos dice "vos sos de tal manera" y uno no se reconoce en esa descripción. Un consejo es escuchar esas apreciaciones. Hay debilidades que uno no reconoce hasta que el otro las verbaliza, nos pasa sobre todo a aquellos que nunca hicimos terapia, por lo cual nunca formalizamos un análisis sobre nosotros mismos.
En fin, pasando en limpio: todos tenemos debilidades y fortalezas.
Las debilidades deben ser trabajadas, pulidas, mejoradas. De nada sirve "convivir" con el conocimiento de un punto negativo de nuestra pesonalidad y no hacer nada al respecto. Es cómodo, es vago y es mediocre.
Las fortalezas forman también parte de nosotros, son aquellas llamadas virtudes. No es falta de humildad reconocerlas y aprovecharlas, es inteligencia. Me parece que aquel que sabe cuales son sus puntos fuertes y se hace cargo, tendrá más posibilidades de generar confianza en si mismo, como así también sentirse más seguro.
Ya hablaré de eso más adelante.
Volví a escribir, pasito a paso.
Es mi forma de trabajar mi dificultad.
Perdón por hacerlos parte!
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Compartir opiniones y experiencias es uno de las principales objetivos de este espacio. Gracias por dejar un comentario!
María